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Hanna Dom 26.09.2020

La historia del florista A Gabriel lo conoci hace 4 anos, apenas me mude al barrio. En su esquina presente con su baldes llenos de flores multicolores. Siempre con su sonrisa, y su cabello gris brillante, invitaba a acercarse, a mirar las flores y a charlar con el. Era un hombre sencillo, de conversacion fluida, hablaba de todo y siempre sonreia. Cada vez que le compraba flores, me regalaba las flores que mas me gustaban y completaba el regalo con la frase "flores para ...una flor". Asi llegaba a casa, feliz y con mas flores para decorar. Mirarlas en sus jarrones era recordarlo a el y a su hermoso gesto. Hablamos aquel 31 de diciembre, yo fui a comprar flores para decorar la mesa, la cena de ano nuevo familiar seria en casa. Ese dia busque flores blancas, y hablamos como siempre de su viaje anual a San Luis. Nos despedimos, pues cerraria ese dia y volveria con el inicio del otono. Pero aparecio la pandemia y el otono nos sorprendio en cuarentena, con las calles solas y la vereda sin flores. Recien pude verlo en mayo cuando habilitaron la apertura de algunos negocios en el barrio. Me conto que espero ese dia como nunca, en San Luis el verano no habia sido amable y el plan era volver en marzo para recuperarse economicamente, pero con pandemia de por medio fue imposible. A pesar de todo alli estaba, con su sonrisa amable, sus historias y sus hermosas flores de regreso. Pasaron unas semanas y de nuevo Gabriel no estaba. Pense que era porque otra vez había tenido que cerrar por los contagios, y lo deje pasar. Hasta hace unos dias en una conversacion casual con una vecina, supe que sucedio. Gabriel se contagio de covid, Gabriel la peleo unos dias, y a pesar de todo Gabriel murio. Me quede muda y he estado en negacion varios dias. Lo cierto es que ya no hay flores en la esquina, la sonrisa de Gabriel ya no brilla en su tiendita, y hoy es un numero mas en esta pandemia que vino a cambiarnos la vida a todos por igual. Hoy le regalo flores al florista, porque lo extrano. #unapausadehistorias

Hanna Dom 07.09.2020

La historia de Iom Kipur Acaba de terminar Iom Kipur, el día del perdón. Es la fecha más importante para la religión judía en la que ayunamos 25 horas para dejar de lado nuestras necesidades físicas y poder concentrarnos en las espirituales. A pesar de ser judía, no siempre ayuné. Una vieja amiga hoy me recordó que en nuestra adolescencia me acompañó a almorzar mientras ella ayunaba. Desde hace quince años sí lo hago siempre, salvo las veces que estuve embarazada.... Mi hijo mayor tiene doce años. En los últimos años lo habíamos dejado ayunar hasta el mediodía porque no queríamos que se sintiera mal. Este año dijo que quería intentar hacer el ayuno completo. Le dijimos que si, siempre y cuando se sintiera bien. El hecho que haya amanecido a las doce del mediodía le jugó a favor a mi pequeño adolescente para alivianar las horas que le quedaban. La intención de este día es muy especial y distinta para cada uno. Me costó leer el chat con mis amigas, nos dijimos Gmar Jatimá Tová, deseando que terminemos el día bien rubricadas. Algunas estaban tristes de no poder ir al templo como lo hacen todos los años y destacaron a la vez el trabajo de su comunidad para lograr una cercanía a través de Zoom. Una recordó cómo su abuela le enseñó a pedir cuando la Torá pasaba cerca suyo durante la ceremonia en el templo. Ella pidió por su familia y por todas nosotras mientras miraba la pantalla de la computadora. Le insistió a sus hijos que pidan también por lo que ellos quieran. Ledor vador es en hebreo, de generación en generación en español. En este Iom Kipur único rescato que las enseñanzas recibidas y el legado que le dejamos a nuestros hijos sigue más fuerte que nunca. Distinto a todos los otros vividos, es cierto, pero no por eso menos emotivo. Distanciados, pero nunca solos. #unapausadehistorias

Hanna Dom 19.08.2020

La historia del matafuegos Noe es mi amiga de la joda. En la vida una va conociendo y recolectando amigos de distintos ámbitos; del colegio, de la universidad, del laburo. Conocí a Noe en la casa del primo de una amiga mía, fernet va, fernet viene, terminamos esa noche intercambiando teléfonos. Fue una amistad instantánea. A las dos nos gusta mucho salir a tomar algo a bares y a bailar en boliches hasta que cierran. Así que cada sábado nos juntábamos en nuestras casas y armáb...amos las mejores previas. Solo ella y yo. Y por supuesto siempre con una picadita de lujo. Una noche tuvimos una previa intensa, llegamos al boliche contentas...tal vez demasiado contentas. Al toque un grupo de flacos se ponen a bailar al lado nuestro. Había uno que rajaba la tierra y estaba más fuerte que gin tonic sin tonic. Que un reggaetón por acá, que un lento por allá, el pibe básicamente estaba adosado a mí. Yo estaba un poco más lenta que de costumbre, realmente se me había ido la mano ese día con el chupi. En eso el flaco me agarra de atrás para bailar pegados, yo empecé a sentirme incómoda e intentaba que me suelte y no podía. Veía a Noe que trataba de llegar a mí pero los amigos no la dejaban. Me empecé a desesperar y a pensar en los peores escenarios que podían pasar hasta que sentí una espuma que me empapó y finalmente al pibe que me soltó y se alejó. Noe, mi amiga de la joda, al ver que no podía ayudarme, buscó el matafuegos del boliche y nos roció a todos. Mi heroína me salvó. Ahora lógicamente no hay boliches abiertos pero hacemos nuestras previas, cada una en su casa. En la semana elegimos algún trago nuevo para probar y empedarnos cada sábado por videollamada. #unapausadehistorias

Hanna Dom 15.08.2020

La historia del fin del pudor Siempre fui de tener emergencias sanitarias. Soy de esas personas a las que le dan ganas de ir al baño en cualquier lugar y en los momentos menos oportunos. Cada vez que salgo pienso: ¿habrá un buen baño? ¿estará limpio? Hacía poco tiempo que vivíamos juntos con mi novio, menos de un año. Todavía había un cierto pudor. Era tarde y estábamos saliendo de laburar aproximadamente a la misma hora, así que él se ofreció a pasarme a buscar. ... Hacia frío, mucho frío, condición que no favorece a mis intestinos. Mi vestimenta tampoco los favorecía. Yo salía de un evento: vestido corto, medias de nylon, tacos altos, tapado. Esperándolo en la puerta del hotel en San Telmo, sentí un dolor punzante en la panza. Nervios. Lo único que pensaba en ese momento era que vivíamos en Zona Norte. ¿Cómo iba a hacer para aguantarme? En el hotel no me permitieron usar el baño, y el único que estaba disponible estaba lleno de gente. En un momento de debilidad me aflojé y me cagué un poco la bombacha. Desesperadamente lo llamo para preguntarle si le faltaba mucho. Para mi alivio, estaba en la esquina. Entro en el auto, lo miro con cara desencajada y le digo ¡Me cago, por favor apurate!. Chau pudor. No me olvido más de su cara, horror mezclado con risa. Apretó el acelerador y trató de hacer lo más rápido que pudo. Yo no podía pensar. Me hacía encima. Y no habíamos hecho ni 4 cuadras. No iba a llegar. Llegando al obelisco me dice paro en Burger y te bajás ahí, yo venía apretando todo mi cuerpo. Desde los ojos hasta la punta de los pies. Gordo, me cago, me cago, me cago. Pausa, silencio, lo miro, me mira, lo miro, me mira, ME CAGUÉ, ME CAGUÉ. ¿Cómo que te cagaste?. Si. Me cagué encima. En su auto. En el obelisco, a mil quinientas millones de cuadras de mi casa. Con la dignidad totalmente aplastada, agachada entre la guantera y el asiento, fui desde el obelisco hasta Victoria. Cagada. Nunca lo vi fumar tanto. Quedate con el que al pasar por el peaje, te tape con su campera para que nadie te vea en el peor momento de tu vida. Nota al pie: un agradecimiento especial a las medias de nylon que sirvieron de contención. #unapausadehistorias

Hanna Dom 27.07.2020

La historia de Rosh Hashaná Cada año a mediados de agosto en el chat que tengo con mi mamá y mis hermanas aparece el mismo mensaje: Chicas, voy a hacer cena la primera noche de Rosh Hashaná, vayan organizándose así vienen a casa. A mi mamá le encanta celebrar. ¿Te recibiste? Se celebra. ¿Tu amiga se va a vivir afuera? La invita y la celebra. ¿La sobrina de la verdulera cumplió años? Se celebra.... Varias semanas antes arma un menú de -mínimo- tres páginas. El día de la celebración lo imprime y lo pega en la heladera, no vaya a ser cosa que se le olvide servir algún plato. El día del festejo es un CAOS. Cuando todavía vivía en su casa era una vorágine de movimiento. Que fijate que los manteles estén planchados, que poné los servilleteros, que chequeá que todos tengan un seder. Prepara con amor cada apoyacubiertos para que a dos minutos de sentarnos mis hijos y sobrinos se roben los de cada comensal y jueguen a las espaditas. Cada familia va llegando a su casa, ella saluda rápido y vuelve a preparar algo...siempre queda algo por preparar y por servir. Finalmente nos sentamos a comer, a los dos minutos se vuelve a parar, trae el jugo que le compró a sus nietos y se vuelve a sentar. Comemos, hablamos uno encima del otro, volcamos una -o varias- copas sobre el prístino mantel. Con mis hermanas nos reímos de algo que ella dice y nos reta ¡Qué brujas son! y a los dos segundos nos pide que le expliquemos porqué nos reíamos de ella. A mí no me importan mucho las fiestas, mi mamá dice que me criaron los lobos. Pero sé que a ella sí y que hoy va a ser raro ver su mesa con solo dos platos. Espero que este relato nos acerque un poco. Los judíos siempre decimos el próximo año en Jerusalem. Honestamente lo veo un poco difícil en este mundo que hoy habitamos, así que mi deseo para ustedes es el próximo año con quienes más quieran. Yo espero pasarlo en la mesa de mi mamá. ¡Shaná Tová! #unapausadehistorias

Hanna Dom 23.07.2020

La historia de Mamina Mi abuela era Mamina de todos lo que la conocian. Hace tres anos y un poco mas vine a vivir a italia, me casé y acá sigo. Todos los anos en invierno vuelvo a Argentina y paso mínimo dos meses.... En enero de este ano quedé embarazada; mi plan era volver en junio para ver a toda mi familia pero sobre todo ver a mi abuela que cumplia 98 en abril y contarle que iba a ser mama. Ya escuchaba poco así que no pude llamarla, pero para mis adentros en su dia le pedi que por favor me esperara, que tenía algo importante para contarle y que iba a ponerse muy feliz por mí. Pero no pudo, se fue dormida dos semanas despues. Nunca pude despedirme. Mamina voy a ser mama dentro de un mes, ¡perdón por no llegar antes! En estos meses aprendi que la vida es tan incierta y el mejor consejo que puedo dar es que no te queden abrazos por dar. A mi todavia me duele uno, ¡mi Mamina! #unapausadehistorias

Hanna Dom 06.07.2020

La historia de Sol Cuando me preguntaban porqué vivía con mis abuelos siempre inventaba distintas excusas. Que mis papás trabajaban para una agencia de espías súpersecreta; que viajaban por todo el mundo y no podían llevarme con ellos; que mis papás vivían con mis abuelos y conmigo pero que como estaban siempre ocupados eran mis abuelos los que se encargaban de mí. La historia real era bastante distinta. Mi mamá murió cuando yo era muy chica. Mi papá lucha con sus adicciones ...desde antes que yo nazca. ¿Cómo iban a querer jugar conmigo los chicos del cole sabiendo que las drogas se habían robado a mis papás? Por supuesto que nunca me lo decían de frente, pero yo lo sentía cuando no me invitaban a jugar a sus casas o cuando me enteraba que se habían juntado a festejar un cumple y que yo ni estaba enterada. Sol entró al cole en séptimo grado y se convirtió instantáneamente en mi mejor amiga. Siempre decimos que somos como Meredith Grey y Cristina Yang. Inseparables. Siempre unidas. A Sol no le importó la historia de mis viejos. Imaginate qué tonto no hacerte amiga de alguien por las cagadas que se mandaron sus papás. Yo finalmente pude experimentar lo que era tener una verdadera amiga. Hoy tenemos 29 años. Terminamos el colegio y hasta hace seis meses trabajábamos a cinco cuadras de distancia. Almorzábamos juntas día por medio y, no me pregunten cómo pero siempre teníamos miles de temas de qué hablar. Hoy reemplazamos esos almuerzos cara a cara por charlas interminables por teléfono como cuando éramos adolescentes. No muestro una foto porque creo que me mata pero hoy quise hacerle este regalo. Deseo que todas puedan tener a una amiga como Sol. Ella es mi persona y yo soy la de ella. #unapausadehistorias

Hanna Dom 16.06.2020

La historia de la conga Mi vida es una historia de retazos, retazos que formaron tremenda manta calentita, pero retazos al fin. Mi padre no es mi padre, mi tía no es mi tía y así con el resto de mi familia. Pero en esta oportunidad quiero contar sobre mi abuela, mi querida Chichi.... Cuando tenía 17 años, me sumé a un grupo de jóvenes católicos de mi ciudad, hacíamos pila de obra social, entre ellas, visitar ancianos. Ahí conocí a Chichi. Tenía 96 años y vivía sola. Su esposo había fallecido hacía un montón y no habían podido tener hijos. Su refugio siempre fue la iglesia, así que nos abrió las puertas de su casa más que encantada. Resultó que Chichi era amiga de mi abuela, (que falleció cuando nací), y que cada vez que yo iba a misa con mamá, con solo tres años corría a sentarme con Chichi. Nuestra relación traspasó el grupo de jóvenes y empecé a ir sola, merendábamos juntas y mientras nos tomábamos un café con leche con alfajorcitos de maizena, jugábamos unas conguitas. Las congas fueron nuestro primer idioma, a medida que nos conocíamos más, el juego pasó a un segundo plano, y las historias, al primero. Si bien cada dos por tres iba con algunos chicos del grupo, en general me gustaba ir sola, y cuando esto pasaba me contaba muchas cosas íntimas de su familia, de sus amigas pero principalmente me aconsejaba de la vida. Cuando llegaban sus amigas "grandes", Chichi repetía: "ella, esta nena sí que nunca me abandona", yo ni les cuento cómo se me hinchaba el corazón. Ambas sabíamos que yo era su preferida y ella la mía. La cosa es que pasados los cien años, mi adorada Chichí, empezó a perder la audición y la voz se le volvió gangosa e inentendible, así que la conga volvió a la carga para ser nuestro primer idioma. A los 101 empezó a decaer aún más y pasó lo que todos sabemos. Solo me resta decir que pasé las mejores meriendas de mi vida, entendí que una conga y un rato compartido, siempre fueron mucho más que eso. #unapausadehistorias

Hanna Dom 01.06.2020

La historia de los lazos Federico llegó a mi vida cuando tenía ocho años. No tengo papá y fue raro pasar de estar solas con mi vieja toda mi vida, a sumar una persona más a nuestra dinámica. Ahora que soy adulta me pregunto qué lo habrá llevado a querer empezar una relación con una madre soltera a la que nada le había salido bien.... Mi mamá laburaba limpiando oficinas, a veces volvía a casa después de cenar mientras yo la esperaba en lo de nuestros vecinos. Una vez, escondida atrás de la puerta, escuché a Federico ofrecerse a quedarse conmigo hasta que ella volviera del trabajo. No quiero que cargues con esa responsabilidad le contestó ella. Pero yo sería feliz siendo responsable por Bren. Bren soy yo. Tanto tiempo habíamos estado solas mi vieja y yo, que no nos entraba en la cabeza que alguien quisiera compartir la vida con nosotras. Federico se mudó a casa un tiempo después y se fumó toda mi adolescencia. Me escuchaba putear al colegio y a los chabones con los que salía. Me enseñó a preparar un pollo al horno y a planchar. Él creía que si ibas a la entrevista con la ropa planchada, tenías el 50% del laburo asegurado. Mi mamá partió a mis 25 años, de un día para el otro. Y fue Federico quien se encargó de todo. Hasta se encargó de mí. Yo ya vivía sola y por varios meses él venía todas las semanas a llenarme la heladera de comida. Cuando me casé y le pedí que entre conmigo a la iglesia lloró más que cuando falleció mi mamá. Lo escribo y se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas. Empecé esta historia diciendo que no tenía papá. Pero me doy cuenta que los vínculos de sangre nada valen si no hay amor. Y a mí me tocó un papá lleno de amor para darme. Conocí a mi papá a los ocho años y no nos une la sangre, sino el lazo inquebrantable de dos personas que se aman y se eligen día a día como padre e hija. #unapausadehistorias

Hanna Dom 27.05.2020

La historia de la encomienda Mis viejos viven en Bariloche y yo en Ciudad de Buenos Aires. Vienen de visita seguido, cuatro o cinco veces por año, pero con la cuarentena no los veo desde las fiestas. Cuando empezamos con el encierro se me planteó el tema de tener que cocinarme todos los días. La cocina no es lo mío y normalmente lo soluciono con algún delivery en la oficina, o algo que me haya dejado mi vieja en el freezer. Pero pasaban los días y mi freezer se estaba vaciand...o y el tiempo sobraba... entonces empezamos a hacer videollamadas con mis viejos con clases de cocina. Ya hicimos tuco, guisos, goulash con spaetzle, pan, tortas, budines, y un montón de otras cosas. Obvio que no es solo aprender a cocinar sino hacernos un poquito de compañía a la distancia mientras preparo unas milanesas o rehogo una cebolla. Y entre medio de la cocina por videollamada me empecé a quejar de todas las cosas que me faltan, como una espumadera, o de las que tengo pero son malísimas, como la maldita sartén que está combada en la base y pesa una tonelada. Hace un par de semanas mis viejos me dicen que me mandaban una encomienda con dulces caseros. ¡Felicidad absoluta! Nada más rico que el dulce de frambuesa de mi mamá. Esta semana llega la caja y los llamo a mis viejos para abrirla juntos. Entre medio de los frascos de dulce había otras cositas. Y así fue que terminé llorando abrazada a una sartén y una espumadera nuevas que me habían mandado desde el sur. Y el comentario de mi viejo: nunca en mi vida me podría haber imaginado que mi hija se iba a emocionar si le regalaba una sartén. #unapausadehistorias

Hanna Dom 07.05.2020

La historia de Ariel Mi hermano nació dos semanas antes que yo cumpliera doce años y pasó un mes internado en neonatología. Siempre fuimos muy unidos, mi mamá trabajaba todo el día, casi no la veíamos; tenía que cuidar a mi hermana del medio y a él, mi hermano más chico. No solo se parece a mi físicamente sino que adoptó muchos de mis gustos. Cuando era chico decía "cuando sea grande voy a dejarme el pelo largo como ATSEL Rose", no le salía pronunciar la equis en ese entonce...s. Desde chico es ocurrente y creativo, le gusta dibujar y hacer deportes, actualmente practica voley. Es muy bueno con los animales; los perros y gatos siempre lo eligen. Últimamente me angustiaba pensar que no va a tener una entrega de diplomas normal, ni una fiesta de egresados normal (termina quinto año de secundaria) y que tampoco voy a poder estar ahí para acompañarlo porque vivo a 300km. Hasta que me empezó a preguntar por la universidad y el ingreso y me di cuenta de que no tiene los recursos para seguir sus estudios. Actualmente todas las universidades dan sus clases online y mi hermano no tiene compu, por eso también le costó mantenerse al día con las clases de secundaria. Empecé a buscar opciones y por mi cuenta es imposible, los precios están por las nubes, las cuotas son una locura. Le comenté mi angustia a una amiga (@ishtartejidos) y me ofreció su ayuda para juntar el dinero. Aun nos falta muchísimo y por momentos parece imposible pero la única forma es continuar. ¿Qué voy a hacer? ¿Dejar que el contexto actual deje a mi hermano sin oportunidades? Por ahora nuestra primera acción fue armar un combo de archivos digitales que se encuentra en mi tienda online @rociodiseniaok , además todos los productos digitales que se vendan de la tienda van al fondito "para la compu de Ariel". Tenemos hasta diciembre para recolectar el dinero, antes de que tenga que rendir el examen de ingreso y se vengan las fiestas y los tiempos se dilaten demasiado, además de correr el riesgo de que los precios aumenten. Aun nos falta 80% del dinero. Estoy maravillada y muy agradecida por las personas que hasta ahora han colaborado entendiendo este amor de hermanos. #unapausadehistorias

Hanna Dom 20.04.2020

La historia de Ariel Mi hermano nació dos semanas antes que yo cumpliera doce años y pasó un mes internado en neonatología. Siempre fuimos muy unidos, mi mamá trabajaba todo el día, casi no la veíamos; tenía que cuidar a mi hermana del medio y a él, mi hermano más chico. ... No solo se parece a mi físicamente sino que adoptó muchos de mis gustos. Cuando era chico decía "cuando sea grande voy a dejarme el pelo largo como ATSEL Rose", no le salía pronunciar la equis en ese entonces. Desde chico es ocurrente y creativo, le gusta dibujar y hacer deportes, actualmente practica voley. Es muy bueno con los animales; los perros y gatos siempre lo eligen. Últimamente me angustiaba pensar que no va a tener una entrega de diplomas normal, ni una fiesta de egresados normal (termina quinto año de secundaria) y que tampoco voy a poder estar ahí para acompañarlo porque vivo a 300km. Hasta que me empezó a preguntar por la universidad y el ingreso y me di cuenta de que no tiene los recursos para seguir sus estudios. Actualmente todas las universidades dan sus clases online y mi hermano no tiene compu, por eso también le costó mantenerse al día con las clases de secundaria. Empecé a buscar opciones y por mi cuenta es imposible, los precios de las compus están por las nubes, las cuotas son una locura. Le comenté mi angustia a una amiga @ishtartejidos y me ofreció su ayuda para juntar el dinero. Aun nos falta muchísimo y por momentos parece imposible pero la única forma es continuar. ¿Qué voy a hacer? ¿Dejar que el contexto actual deje a mi hermano sin oportunidades? Por ahora nuestra primera acción fue armar un combo de archivos digitales que se encuentra en mi tienda online; además todos los productos digitales que se vendan de la tienda van al fondito "para la compu de Ariel". Tenemos hasta diciembre para recolectar el dinero, antes de que tenga que rendir el examen de ingreso y se vengan las fiestas y los tiempos se dilaten demasiado, además de correr el riesgo de que los precios aumenten. Aun nos falta 80% del dinero. Estoy maravillada y muy agradecida con las personas que hasta ahora han colaborado entendiendo este amor de hermanos. #unapausadehistorias

Hanna Dom 03.04.2020

La historia del parque Saavedra Mi abuelo Tito se fue hace ya casi diecisiete años, el 28 de diciembre de 2003. Si, el día de los inocentes. Yo creía que ese día me estaban haciendo una joda. Él era generoso, chistoso, alegre, dedicado a todos. Era de esas personas que si había poca comida, no comía él para que sus nietos lo hagan. Era de esos que vivía con un cuchillo arriba del auto porque se iba todos los mediodías comiendo una fruta camino al trabajo. Era de los que se qu...edaba dormido en el sillón y te lo negaba siempre. Pero si hay algo que lo hacía especial era su rutina con nosotros, sus nietos. Cuando falleció tenía ocho nietos (hoy somos trece). Dos eran muy bebés, pero a los otros seis nos pasaba a buscar religiosamente todos los santos sábados. Nos compraba Coca Cola, galletitas y nos íbamos al parque Saavedra (uno de los más grandes de La Plata). Pasábamos horas en las hamacas y el tobogán. Lo mejor de todo es que él no se quedaba sentado en un banco mirándojos de lejos. Él estaba al lado nuestro. Él nos hamacaba, nos agarraba cuando bajábamos del tobogán, nos sostenía en el sube y baja, nos limpiaba las manchas de Coca. Hace poco me casé, y no te puedo explicar lo que lloré ese día deseando que él estuviera ahí. Algo muy curioso, es que (no intencionalmente) vivo muy cerca de ese parque. Y cada vez que paso lo siento ahí. #unapausadehistorias

Hanna Dom 16.03.2020

La historia de Oreo Era verano, la familia entera pasaba esos días de calor en el club del barrio. Pileta, parrilla y amigos. Era común que aparecieran perros callejeros. Un día apareció una perra en celo y tres perros más. Al día siguiente cuando volvimos solo quedaba el negro. Tenía una raya blanca en el pecho. Le pusimos Oreo. Todos los días Oreo comía en nuestra mesa. Eran días de pleno verano, llegábamos a la mañana y nos íbamos a la noche. Un día notamos que le dolía u...n oído. Mi hija de 14 años me pide que lo llevemos al veterinario. Yo pensé...¡sonamos, otro perro! (Ya teníamos uno que nos sacaba canas verdes). Fue una semana de llevarle las gotitas. El vínculo se afianzó y el sereno del club nos contaba que Oreo lloraba en la puerta cuando nos íbamos cada noche. Una mañana de lunes de 42, el club estaba cerrado por mantenimiento de pileta, así que lo fuimos a buscar. No podíamos dejar de pensar en él. No lo encontramos. Llanto desgarrador de mi hija, nos volvimos sin Oreo. A la tarde volvimos, entramos y no estaba. El corazón se nos iba estrujando cuando detrás de unos arbustos algo se movió. ¡Oreo! grité. Corrió hasta nosotras y mi hija terminó en el piso con él lamiéndola toda. Nunca más nos separamos hasta que en febrero de este año el viejito Oreo partió. Todavía lo busco en su cucha, cerquita de mi lugar en la mesa. Oreo nos eligió como familia y fue una de las cosas más lindas que nos pasó en esta vida. #unapausadehistorias

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Teléfono: +54 9 11 3014-7222

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