Etiquetas / Categorías / Temas



Meridiano16 27.06.2021

Osvaldo Giesso nos resulta familiar porque la impronta de su estilo y su incansable creatividad, su locura y su audacia estética, cimentan hoy en día todo lo que nos encanta de Buenos Aires.

Meridiano16 26.05.2021

AHORA ESTAMOS EN INSTAGRAM Y se avecina nuevo diseño y relanzamiento de la página con más opciones de búsqueda, selección y adquisición de obra. Una vez más, comprar arte es una inversión inteligente. https://www.instagram.com/meridiano16/?hl=es-la

Meridiano16 20.05.2021

CARLOS GORRIARENA El color de la palabra Dicen los que saben que el artista de verdad comienza a ser grande cuando la pulsión de su expresión interna se hermana... con el inconsciente colectivo de la sociedad que habita. Esto sería algo así como: cuando deja de hablar de sus propios sentimientos para transmitir en cambio el sentir de su época. Carlos Gorriarena nació en Buenos Aires en 1925. El mismo solía afirmar que durante su infancia no manifestó ningún talento especial, sino que fue su madre quien volcó en él un deseo artístico -tal vez frustrado en sí misma- y lo impulsó a tomar lápices y pinceles. Lo cierto es que a los 18 años este joven comenzó a concurrir a la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires, donde tuvo la inmensa fortuna de encontrar la maestría primero, y luego la amistad, de artistas de la talla de Antonio Berni, Lucio Fontana y Lino Spilimbergo. Su estilo -o tal vez sería mejor decir la suma de sus estilos- siempre se caracterizó por la explosión de colores destellantes y a veces difusos (solía decir que un cuadro tiene que atravesar la pared). Sus pinturas toman por asalto la mirada del espectador. En consonancia con eso, la obra de Gorriarena siempre se caracterizó por la contundencia de su testimonio social. Fue un hombre político -y eso se trasunta claramente en su obra-, pero jamás hizo política con su creación. Si bien él, como ser humano, ejercía la militancia, se negaba a que su producción artística fuese presa de ningún tipo de dogma. Y esta decisión puede leerse en la impronta de su trazo. Si bien se definió de manera contundente como pintor figurativo, jamás dejó que su obra se dejase atrapar por los límites de una escuela. Sus imágenes tienen algo del recuerdo que se tiene de los sueños. Escenas profusas, definidas más por la emoción que transmiten, que por la nitidez de sus líneas. El acento de su mensaje se manifiesta a través de otros elementos: los colores reventados, trepidantes, la mordacidad del punto de vista, la ironía sin fin, cierta desesperación implícita en el reflejo de una realidad de pesadilla. Construyó el lenguaje perfecto para plasmar los aullidos, denuncias y reclamos que surgieron desde sus cuadros, ya que fue un testigo irreductible de la época que le tocó vivir. Siempre denunció el vacío, la frivolidad y la miseria humana. Durante la época de la dictadura militar en la Argentina sus cuadros fueron tremendas explosiones de denuncia que de algún modo evocan a las Pinturas Negras de Francisco Goya. Y acaso esté aquí la huella más clara de una coherencia que fue mucho más allá de escuelas e ideologías. Fue un pintor figurativo, muy cercano al expresionisimo, que supo hundirse en sus propias pesadillas sin perder el foco en el contexto que habitaba. (Esto es muy evidente en la relación fondo y forma de toda su producción.) Y desde allí fue un feroz crítico del poder, en todas sus manifestaciones. Hombre genial si los hubo, nunca tuvo sin, embargo, una visión romántica del artista como tal. Solía afirmar que cualquiera puede serlo si pone el suficiente trabajo -su palabra mágica-, si se esfuerza cada día en plasmar en una obra el estremecimiento que la realidad provoca en su sensibilidad profunda. Dicen que como maestro fue un hombre generoso, pero inflexible en cuanto a la necesidad de la práctica constante. Quién escribe estas líneas puede testimoniar que era un hombre apacible y lúcido, de charla amable; gustoso de compartir sus experiencias con quien quisiera escucharlo, pero a su vez discreto, atento. Su deseo -según sus propias palabras- era vivir hasta los 94 años. Solía decir que era una promesa que se había hecho al pintar un cuadro titulado Autorretrato para mis 94 años. En dicha obra se lo ve solo, junto a una pileta de natación, acompañado por un perro. Acaso haya soñado ese final porque no llegó a tenerlo. Carlos Gorriarena falleció a los 81 años en el balneario La Paloma, Uruguay. Disfrutaba un momento de pleno reconocimiento y la muerte no figuraba en absoluto entre sus planes. Entre muchos otros proyectos, estaba a punto de trasladarse a Buenos Aires para abocarse a la realización de un tríptico de grandes dimensiones que sería expuesto en Arte BA 2007. Con su partida se fue un artista enorme, irrepetible; con una identidad fuertemente argentina y a la vez una grandeza artística que trascendió épocas y fronteras. Pero, por sobre todo, se fue un hombre honesto y sincero, arriesgado y humilde. Alguien que con la pureza de su obra hubo de ser reconocido aún por quiénes no comulgaron con sus ideas. Y éste sea tal vez uno de sus legados más entrañables, la certeza de que el arte salva, la belleza une, y el trabajo constante trasmuta sueños en realidad

Información

Teléfono: +54 11 4935-5789

Ubicación: Matheu y San Juan 1219 Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

Web: http://www.meridiano16.com.ar

285 personas le gusta esto

Recomendaciones y opiniones

Escribir una reseña

Ver también