Mundo Novela

El viento suave, que trae el canto de los mirlos y el quejido de las ranas. El viento que obliga a las hojas a hacer palmas. El que no guarda para sí el perfume de aquella mujer. Los cardos y el río. Todos al compás del viento; y el polvo que forma tus huellas. Todos se marchan para depositarse más allá.... Un ruiseñor aclama sus ideas y la Naturaleza lo escucha y el viento se detiene, se agazapa y espera. El ruiseñor se quedó sin voz y el viento vuelve a surgir. Ya lleva su canto a otros pueblos, a otros oídos. El viento también sabe que las ranas aún no están preparadas para volar. PARABOLA VIDAS DEL COYOTE

Recuerdo que José Antenor Gómez cerró el cajón con llave. Como cada noche, llevó consigo la vela y la biblioteca quedó a oscuras. Luego, como en un ritual, chasqueó los dedos y el gato lo siguió, refregándose en sus piernas que arrastraba por el piso. Los años no vienen solos, Calipso.... En el dormitorio, se sacó la ropa. Se puso el pijama y se recostó. Calipso se enroscó a sus pies. Como cada noche, don Gómez pensó en apagar la vela, pero se quedó dormido antes de lo previsto. Con seguridad, estaría consumida para cuando despierte. Calipso ronroneó a los pies del viejo para asegurarse de que se había dormido. Luego, saltó de la cama, se adueñó de la vela y desanduvo el camino hasta la biblioteca. Colocó la vela sobre el escritorio y buscó la llave escondida. Abrió el cajón. Calipso repasó los nuevos apuntes de José Antenor, corrigió sus fórmulas y dedicó una vez más todas sus fuerzas en encontrar el modo de volver a ser quien fue alguna vez. Por la mañana le devolvió al viejo los restos de una vela y ronroneó, cerquita de sus pies, hasta despertarlo. Luego de desayunar, don Gómez siguió su trabajo: demostrar que en la retina de los ojos se guarda la memoria de toda una vida. Como cada mañana, continuó con los experimentos mientras, en el marco de la ventana, Calipso observaba el horizonte con su único ojo. VIDAS DEL COYOTE

Volvió "El paso del gigante" a Spotify

Azul es el gigante. No todos los gigantes son azules. Solo los gigantes azules usan escafandra. Escafandras azules usan. Azules son los pensamientos de los gigantes. Piensan en el cielo. Piensan en el mar. Por eso usan escafandra. La escafandra les ayuda a soportar la presión del agua cuando piensan que viven debajo del mar. La escafandra les ayuda a soportar la falta de oxígeno cuando sus pensamientos viajan a la luna. La escafandra y los gigantes azules son un equipo.... La Luna no usa escafandra. La Luna no es azul. En la Luna no hay gigantes. A la Luna le gusta pensar. Piensa en la Tierra. Piensa en el Sol. Le gusta pensar en ellos. Con ellos conforma un equipo. Un equipo es un grupo de amigos que comparte sus días. Es de día cuando piensa en el Sol y en la Tierra. Es de noche, cuando la Luna piensa en sí misma. No hay equipo cuando uno piensa en sí mismo. Se hace de noche. La Noche es oscura. La Noche es gigante. Algunos gigantes son azules. SE LO CONTÓ A LOS CHICOS VIDAS DEL COYOTE

Cuando se apaga la luz persiste noche tras noche. Es el miedo a quedarme solo. En el fondo de los tiempos un primer hombre fue expulsado de la manada y tuvo que marchar lejos del montón. Los desterrados no sobrevivían en el mundo prehistórico. SENTIMIENTOS... VIDAS DEL COYOTE See more

De chiquito siempre dormí con mi cocodrilo de peluche. Me espantaba los sueños malos. De grande quise ser astronauta para poder ver los sueños desde arriba. Los sueños están ahí, flotando, en el cielo. La luz de la luna o el sol a veces no los dejan ver. Sin embargo, nunca me animé a cumplir mi sueño sideral. Tal vez mi cocodrilo de peluche, verde, grande y sonriente no solo espantó los sueños que no me dejaban dormir. VIDAS DEL COYOTE