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Ricardo Uguet 11.05.2022

Como dice Mario Sabán en una de sus tantas entrevistas: - Si usted ve un señor sentado en el sillón de su casa mirando el Barza contra el Real Madrid, con una cerveza en la mano, y así está bien, déjelo tranquilo. No le hable de cabalá. Es que la cabalá, como sabiduría judía milenaria, es para quienes sienten curiosidad, a quienes no les alcanza con lo que ven, para quienes, como yo, consideran que no tiene ningún sentido que hayamos venido al mundo a comer, beber, trabaja...r o estudiar, a veces procrear, y morir. Sin duda que ese mero transcurrir no tiene ningún sentido. El alma, el espíritu, viene para algo más... Viene a trabajar, a resolver el tikún y salir de este plano de lo material mejor de lo que vinimos. En el pasado solo podían estudiar cabalá los hombres judíos mayores. Hoy en día, por suerte, internet abrió un espacio para todo aquél que, como yo, siente curiosidad. Esta entrevista que comparto es una de las más comprensibles, sin tantos conceptos en hebreo ni referencias al árbol de la vida o las sefirot, casi una alocución desde el sentido común y nada más Es un video largo, por eso lo comparto en mi página (que no lee nadie); es que no quiero incomodar. Solo para aquellos a quienes le interesen este tipo de ideas, hay muchos videos de Sabán en internet, no solo de cabalá sino también de misticismo judío, de historia del cristianismo y otras cosas interesantes! See more

Ricardo Uguet 08.05.2022

Que agudeza la de George Orwell en 1984. "Si la riqueza llegara a generalizarse no serviría para distinguir a nadie". En algún momento se va a llegar a la igualdad social, aunque lleve mucho tiempo, aunque no lo lleguemos a ver los de esta generación. La pobreza extrema a la que se condena a grandes sectores de la sociedad y a naciones enteras no tiene sentido en la evolución actual de la tecnología y medios de producción. Esa pobreza está siendo digitada por las clases gobernantes o mejor dicho por los grupos de poder económico y políticos. Se puede ver en la distribución de las vacunas. Se puede ver en todo...

Ricardo Uguet 02.05.2022

La novela ‘1984’, de George Orwell, es una obra de ficción distópica, esto es, una pieza que hace una proyección pesimista del futuro. La distopia es lo opuesto... a la utopía en ese sentido. Pero ‘1984’ es un claro producto de su tiempo, fue escrita a fines de los años 1940 y en Occidente, más precisamente en Inglaterra. Ese mundo era el mundo posterior a la II Guerra Mundial y del inicio de la Guerra Fría entre el Occidente capitalista que es donde se paraba Orwell y el Oriente socialista. Por lo tanto, ‘1984’ se escribe en esa clave, como ‘El Príncipe’ de Maquiavelo, por ejemplo, que se escribe en el estilo propio del Cinquecento italiano. Y no se pueden leer como si se hubieran escrito hoy y acá. El que hace eso comete un anacronismo. Para leer la obra de George Orwell hay que comprender primero que Orwell vivió en la época del auge de la Unión Soviética como símbolos por antonomasia de totalitarismo para los occidentales. Es por eso que si usted mira sin contextualizar lo que verá allí es el Partido, el Estado, los ministerios, etc. Verá la opresión estatal. Pero Orwell habla de una cosa corporativa, ve el totalitarismo a la moda premoderna. Orwell hoy habla de las corporaciones trasnacionales que intentan imponer una dominación global. Son las corporaciones las que nos controlan las 24 horas del día, las que a través de nuestros teléfonos celulares saben nuestras preferencias de consumo, siguen nuestros pasos por las calles con la geolocalización, controlan los contenidos informativos a los que podemos acceder. Las corporaciones son el Gran Hermano orwelliano. Hay algo en ‘1984’, entre muchas otras cosas, que se cumplió a rajatabla distópicamente: el Gran Hermano es una pantalla de video. Orwell pudo anticipar eso, la omnipresencia de la dominación en las pantallas. Mire el atento lector alrededor suyo: ¿Cuántas pantallas ve ahora mismo? Lo central en ‘1984’ ante los ojos del buen observador es el Ministerio de la Verdad, desde donde unos burócratas iban manipulando la información que luego iban a consumir las mayorías como si se tratara de eso, de la verdad única. Alguna similitud con las corporaciones que con sus verificadores independientes determinan qué podemos saber y qué no podemos saber claramente hay. --- La Batalla Cultural y la Revista Hegemonía también están en Twitter: https://twitter.com/LBC_Hegemonia

Ricardo Uguet 24.04.2022

Que agudeza la de George Orwell en 1984. "Si la riqueza llegara a generalizarse no serviría para distinguir a nadie". En algún momento se va a llegar a la igualdad social, aunque lleve mucho tiempo, aunque no lo lleguemos a ver los de esta generación. La pobreza extrema a la que se condena a grandes sectores de la sociedad y a naciones enteras no tiene sentido en la evolución actual de la tecnología y medios de producción. Esa pobreza está siendo digitada por las clases gobernantes o mejor dicho por los grupos de poder económico y políticos. Se puede ver en la distribución de las vacunas. Se puede ver en todo...

Ricardo Uguet 23.04.2022

Family Affair: una abuela muy especial por VITTORIA SCARPA El director holandés Tom Fassaert explora en su nuevo largometraje documental la compleja historia de su familia, lo que le valió el premio a la mejor película internacional en el festival Biografilm de Bolonia Escribió Tolstoi que todas las familias felices se parecen entre sí; cada familia es infeliz a su manera. Y algunas familias infelices, lo son de forma clamorosa, casi espectacular. Tal es el caso de Tom Fassae...rt, director holandés de 36 años de edad cuya historia familiar, toca decirlo, parece una película. Y en ello se ha convertido: A Family Affair, un documental apasionante, personalísimo y sin embargo tan universal como los vínculos de sangre en toda su complejidad y contradicción; una historia dolorosa y divertida al mismo tiempo que el público italiano ha podido descubrir en el 12 Biografilm Festival de Bolonia, donde se ha proclamado mejor película de la competición internacional. Cumplidos los 30, Fassaert (ya apreciado por An Angel in Doel) agarra su cámara de vídeo y va a buscar la verdad sobre su familia: ¿por qué en su casa no podía hablarse de la abuela? ¿Por qué su padre se echa encima tanto sufrimiento? ¿Qué ha debilitado tanto a su tío Rene? Así, se marcha a Sudáfrica, donde desde hace años vive la abuela, ya con 95 primaveras a su espalda, pero Marianne Hertz (tal es su nombre) es todo lo contrario de lo que cabría esperar de ella. Modelo famosa en los años 50, femme fatale y madre ausente que abandonó a sus dos hijos en un orfanato, Marianne eligió irse al otro rincón del planeta a rehacer su vida y pensar descaradamente en sí misma. ¿Pero quién fue realmente Marianne Hertz? Es lo que trata de descubrir su nieto Tom, instaurando con esta mujer carismática y misteriosa una relación privilegiada, de complicidad y confianza, que dará lugar a confesiones inesperadas. Astuta, segura de sí misma, seductora, esta figura de abuela tan atípica provoca en el espectador sentimientos encontrados: conquista y repele porque es terriblemente fascinante y su egocentrismo ha dejado a su paso un cúmulo de carnicerías. Sugerente como un thriller, el valor de este documental reside asimismo en la riqueza del material audiovisual: la historia de la familia Fassaert se reconstruye con el apoyo de multitud de vídeos amateurs rodados por el padre de Tom, que en el pasado se dedicó compulsivamente a filmar cada momento de su propia vida. Es un interrogante que permanece como tal si el director consigue realmente quitar la máscara a su enigmática abuela. No hay una verdad. Tienes que dejar la familia tal y como está y empezar a vivir tu vida. Tal es el consejo de Marianne a su nieto. Y tú, espectador, al final estás de acuerdo, grato por haber asistido a una novela familiar digna de la mejor literatura rusa. See more

Ricardo Uguet 20.04.2022

La novela ‘1984’, de George Orwell, es una obra de ficción distópica, esto es, una pieza que hace una proyección pesimista del futuro. La distopia es lo opuesto... a la utopía en ese sentido. Pero ‘1984’ es un claro producto de su tiempo, fue escrita a fines de los años 1940 y en Occidente, más precisamente en Inglaterra. Ese mundo era el mundo posterior a la II Guerra Mundial y del inicio de la Guerra Fría entre el Occidente capitalista que es donde se paraba Orwell y el Oriente socialista. Por lo tanto, ‘1984’ se escribe en esa clave, como ‘El Príncipe’ de Maquiavelo, por ejemplo, que se escribe en el estilo propio del Cinquecento italiano. Y no se pueden leer como si se hubieran escrito hoy y acá. El que hace eso comete un anacronismo. Para leer la obra de George Orwell hay que comprender primero que Orwell vivió en la época del auge de la Unión Soviética como símbolos por antonomasia de totalitarismo para los occidentales. Es por eso que si usted mira sin contextualizar lo que verá allí es el Partido, el Estado, los ministerios, etc. Verá la opresión estatal. Pero Orwell habla de una cosa corporativa, ve el totalitarismo a la moda premoderna. Orwell hoy habla de las corporaciones trasnacionales que intentan imponer una dominación global. Son las corporaciones las que nos controlan las 24 horas del día, las que a través de nuestros teléfonos celulares saben nuestras preferencias de consumo, siguen nuestros pasos por las calles con la geolocalización, controlan los contenidos informativos a los que podemos acceder. Las corporaciones son el Gran Hermano orwelliano. Hay algo en ‘1984’, entre muchas otras cosas, que se cumplió a rajatabla distópicamente: el Gran Hermano es una pantalla de video. Orwell pudo anticipar eso, la omnipresencia de la dominación en las pantallas. Mire el atento lector alrededor suyo: ¿Cuántas pantallas ve ahora mismo? Lo central en ‘1984’ ante los ojos del buen observador es el Ministerio de la Verdad, desde donde unos burócratas iban manipulando la información que luego iban a consumir las mayorías como si se tratara de eso, de la verdad única. Alguna similitud con las corporaciones que con sus verificadores independientes determinan qué podemos saber y qué no podemos saber claramente hay. --- La Batalla Cultural y la Revista Hegemonía también están en Twitter: https://twitter.com/LBC_Hegemonia

Ricardo Uguet 26.03.2022

Family Affair: una abuela muy especial por VITTORIA SCARPA El director holandés Tom Fassaert explora en su nuevo largometraje documental la compleja historia de su familia, lo que le valió el premio a la mejor película internacional en el festival Biografilm de Bolonia Escribió Tolstoi que todas las familias felices se parecen entre sí; cada familia es infeliz a su manera. Y algunas familias infelices, lo son de forma clamorosa, casi espectacular. Tal es el caso de Tom Fassae...rt, director holandés de 36 años de edad cuya historia familiar, toca decirlo, parece una película. Y en ello se ha convertido: A Family Affair, un documental apasionante, personalísimo y sin embargo tan universal como los vínculos de sangre en toda su complejidad y contradicción; una historia dolorosa y divertida al mismo tiempo que el público italiano ha podido descubrir en el 12 Biografilm Festival de Bolonia, donde se ha proclamado mejor película de la competición internacional. Cumplidos los 30, Fassaert (ya apreciado por An Angel in Doel) agarra su cámara de vídeo y va a buscar la verdad sobre su familia: ¿por qué en su casa no podía hablarse de la abuela? ¿Por qué su padre se echa encima tanto sufrimiento? ¿Qué ha debilitado tanto a su tío Rene? Así, se marcha a Sudáfrica, donde desde hace años vive la abuela, ya con 95 primaveras a su espalda, pero Marianne Hertz (tal es su nombre) es todo lo contrario de lo que cabría esperar de ella. Modelo famosa en los años 50, femme fatale y madre ausente que abandonó a sus dos hijos en un orfanato, Marianne eligió irse al otro rincón del planeta a rehacer su vida y pensar descaradamente en sí misma. ¿Pero quién fue realmente Marianne Hertz? Es lo que trata de descubrir su nieto Tom, instaurando con esta mujer carismática y misteriosa una relación privilegiada, de complicidad y confianza, que dará lugar a confesiones inesperadas. Astuta, segura de sí misma, seductora, esta figura de abuela tan atípica provoca en el espectador sentimientos encontrados: conquista y repele porque es terriblemente fascinante y su egocentrismo ha dejado a su paso un cúmulo de carnicerías. Sugerente como un thriller, el valor de este documental reside asimismo en la riqueza del material audiovisual: la historia de la familia Fassaert se reconstruye con el apoyo de multitud de vídeos amateurs rodados por el padre de Tom, que en el pasado se dedicó compulsivamente a filmar cada momento de su propia vida. Es un interrogante que permanece como tal si el director consigue realmente quitar la máscara a su enigmática abuela. No hay una verdad. Tienes que dejar la familia tal y como está y empezar a vivir tu vida. Tal es el consejo de Marianne a su nieto. Y tú, espectador, al final estás de acuerdo, grato por haber asistido a una novela familiar digna de la mejor literatura rusa. See more

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