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Parroquia San Benedetto Martir y Jesus Niño 24.06.2021

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Parroquia San Benedetto Martir y Jesus Niño 14.06.2021

http://radiogalilea.com.ar/iglesia-en-salida-un-hotel-para/

Parroquia San Benedetto Martir y Jesus Niño 18.05.2021

https://youtu.be/bcw-dsiG2uo

Parroquia San Benedetto Martir y Jesus Niño 14.05.2021

Domingo XI durante del año Este domingo del tiempo durante el año, retomamos la lectura del evangelio de Marcos. Sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma p...roduce.... La semilla del Reino crece, esa es nuestra certeza. En este tiempo de pandemia, en el que más nos quedamos en casa, y hasta tenemos que esconder fisonomías con barbijos, en el que circulamos menos, en el que nos vemos bastante poco o nada con la gente que queremos y extrañamos; qué importante es saber que el reino, en lo oculto, imperceptible, sin que nos demos cuenta, sigue su ritmo de crecimiento. Desde esta certeza, pensaba: ¡cuánto reino escondido sigue creciendo sin que nos demos cuenta! Si Dios echa la semilla en nosotros, y a través nuestro continúa sembrando en la vida de los demás, ¡qué cuidadosos debemos ser del interior del otro! ¡Cuántas batallas estará dando la semilla en el corazón de mi hermano, aunque yo no sepa cómo, para despuntar en espiga! En ‘el adentro’ de la tierra de quien me cruzo, cuántos intentos cotidianos habrá por germinar y dar fruto, y qué respetuoso, prudente, delicado debo ser con esa semilla. Estamos ante un misterio que es sagrado, la vida de Dios en nosotros, que continúa creciendo hacia la plenitud, que es Reino. Aún cuando vea todo mal, debo creer, saber y anunciar, que el Reino continúa su desarrollo. ¡Cuánto reino invencible hay en el interior de mi hermano y mi hermana! ¡Cuánta vida con mayúsculas buscando florecer, a través de mil intentos, en el corazón del otro! ¡Qué cuidadoso, respetuoso y atento debo ser, para no maltratar ninguna semilla que está desarrollándose! Algo que probablemente ocurría en la comunidad de Marcos y que seguramente ocurre en la nuestra hoy, sentirnos minoría, que lo que hacemos aparentemente no produce ningún fruto o muy poco en relación a la entrega nuestra, que no hay éxito, que casi no hay cosecha. Es legítimo que nos asalte el desánimo por no saber si la semilla dará fruto o no, si está en lo oculto germinando o cayó en terreno pedregoso, pero debemos recordarnos una y otra vez que la vida de Dios en el corazón de los demás tiene sus ritmos, tiempos, procesos, y nosotros no sabemos cómo. Sólo sabemos que el triunfo en espiga está asegurado, porque la semilla no es nuestra, es de Dios, y porque es lo que más necesita nuestra tierra para dar frutos y ser felices siendo pan. Entonces, ¿valdrá la pena tanto esfuerzo? ¡Claro que sí! La misión de la semilla llega a su fin, cumple su cometido, llega a ser alimento, hay cosecha abundante. Lejos de nosotros todo pesimismo e impaciencia por ver los frutos. Ante el bajón o la ansiedad que puede generar no ver el crecimiento de la semilla ni mucho menos el trigo, tenemos que recordarnos mutuamente que debemos seguir sembrando, debemos continuar siendo tierra fértil nosotros, pero también ser sembradores y tercamente seguir echando la semilla en tierra, creyentes en que la vida de Dios sembrada en nosotros y en los demás, continúa hasta dar fruto. Sembrados, nos transformamos en sembradores. Confiados en que nuestra siembra es decisiva para que la tierra de los demás sea fecunda y la semilla de Dios dé fruto en ellos. Se parece a un grano de mostaza. El modo de ser de este Reino, tanto en sus inicios modestos, como en su desarrollo y modo de ser en el mundo, es como la semilla más pequeña, común y ordinaria. Para captar más esta idea de Jesús, es bueno tener presente la primera lectura de Ez 17, 22-24. El reino anunciado por Jesús no tiene la majestuosidad del cedro ni siquiera la altura e importancia de los que están plantados en la cima de la montaña más alta. El Reinado del Papá bueno de Jesús, en y con nosotros, tiene la humildad de un arbusto; que si bien el crecimiento de éste es desproporcionado en comparación con la semilla que fue, continúa siendo algo pequeño, humilde, sin ser gran cosa. Pero lo importante del cedro altísimo e imponente, también lo realiza nuestra hortaliza grande: dar amparo, dar cobijo a toda clase de pájaros. Nuestra manera de ser Iglesia, sembradora del Reino, es la de ser casa para todos los pequeños, los últimos, los más despreciados, los que no cuentan. Todos los que no encuentran lugar en ningún lado, lo tienen reservado en el Reinado del Padre Dios. Y como Iglesia debemos anunciarlo desde la humildad y pequeñez del grano de mostaza. Lo que nos hace importantes no es el tamaño, sino el ser casa de todas y todos, que da sombra y amparo, pero conscientes que nuestra sombra es pequeña; lo que nos hace valiosos es que nos animamos a seguir anunciando y sembrando, sabiendo que nuestra siembra es decisiva para la flor de los demás. Por lo tanto, queremos ser cuidadosos de tanto reino que tiene la tierra de mi hermano, y esperanzados en el triunfo de la semilla. En estos días, para los orionitas, la vida sembrada del Hno Mauricio traducida en tantos testimonios recibidos, es garantía de Reino y rostro transfigurado de estas parábolas. P. Mario fdp mariodanielfdp (en IG)

Información

Ubicación: Av. Edison 2851 7600 Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina

Web: http://sanbenedetto.es.tl

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